lunes, 9 de febrero de 2009

Discurso Slim

 

El ciudadano Carlos Slim Helú: Gracias, buenas tardes. Me da muchísimo gusto y me honra estar con ustedes en este foro tan importante, no había un antecedente, creo, desde 1931, cuando la Gran Depresión en la que hubo esa unidad entre el bloque revolucionario del Congreso con las Cámaras de Comercio e Industria.

 

Esa fue una reunión, una alianza importante que se formó y que permitió, con las políticas públicas que en ese momento se adoptaron, crecer 6.2 por ciento de 1932 a 1982. Ese crecimiento sostenido durante tantos años ha sido espectacular, era el famoso milagro mexicano, fue una transformación enorme que el país logró gracias a esos esfuerzos y a esas políticas públicas, en las que se hicieron políticas de Estado que permanecieron por tantos años.

 

Apena que desde 82, después de la gran crisis de la deuda externa, hayamos crecido cero en términos de per cápita, no es mediocre, es cero, es peor que mediocre, sobre todo si tomamos en cuenta la población que se ha expulsado, es cero por ciento, incluyendo a los mexicanos que han tenido que irse por no encontrar posibilidades de trabajo en este país.

 

Ese 82, esa gran crisis de deuda externa tuvo varias razones, una fue quizás los Cetes públicos importantes, otro sin duda fue la disponibilidad de petro-dólares, de disponibilidad de financiamiento, de crédito que permitió endeudarse en forma excesiva, pero la puntilla y la causa fue externa, fue la tasa de interés al 21 por ciento. Comprenderán que una economía o en una empresa o en una persona normal a la que le sube cuatro veces el costo financiero, tiene que entrar en problema.

 

De ahí, de esa deuda externa con varios fines, entre ellos cobrar, vino el plan y el modelo del Consenso de Washington, modelo que tiene varias virtudes, pero cuyos defectos hemos sufrido durante tantos años y que por supuesto los países en desarrollo no lo contemplan, no les hacen caso.

 

Hemos visto en estos abusos, que ha habido Fondo Monetario, los tecnócratas, los académicos, los dogmáticos, ideólogos brillaron por su ausencia, en ningún momento dado llamaron la atención. Lo más cercano fue la exuberancia irracional de los mercados de diciembre de 96, de Greenspan, cuando el índice era 6 mil 500, luego se fue a 13 mil.

 

Esa es una situación realmente clara, hay que tener una visión de largo plazo hacia delante, pero hay que saber lo que ha pasado en el pasado. No hay soluciones simplistas al desarrollo sostenido, el país pasó de ser una ciudad agrícola y rural a una sociedad urbana e industrial, ahora hay que pasar a ser una sociedad terciaria, de servicios, tecnológica, de conocimiento, tener contemplado qué es lo que esta sociedad y sus nuevos paradigmas reclaman, para irnos en esa dirección.

 

Me dio mucho gusto, en la inauguración del foro, no sólo el foro mismo, sino las palabras del presidente del Congreso, el diputado César Duarte, que dice: “Hay que hacer una revisión estructural del modelo y rediseño del sistema financiero”. Es lo que hace falta.

 

También el presidente del Senado habló de propuestas y compromisos, también habló de cambios estructurales para mejorar productividad y competencia, lo cual es indiscutible que son dos argumentos fundamentales en toda esta situación que estamos viviendo.

 

Esta crisis que se inicia en los noventa, que trata de frenar Greenspan, con su exuberancia irracional; en el 2000, 2001 hay un susto por la destrucción de riqueza de esa época. Después vienen una serie de políticas excesivas, agresivas, laxas, monetaria y fiscal que hicieron que esa crisis —que se estaba corrigiendo en 2001, que empezó a corregirse en el 2000, 2001, 2002— se saliera de toda proporción y nos llevara a lo que estamos viviendo hoy.

 

Hoy, el epicentro es la gran crisis de las instituciones financieras, por los excesos, los grandes excesos que tuvieron en sus políticas liberales, neoliberales con falta de todo sentido de cuidado, tanto —yo diría— principalmente el gobierno de Estados Unidos. Y, obviamente, las consecuencias vienen en las decisiones de la falta de regulación y supervisión de las instituciones financieras internacionales, creando nuevos instrumentos y derivados, en que su factor principal es lo que llaman “apalancamiento”, la posibilidad de hacer con 1 peso, 20 o 30 o 50.

 

Por ejemplo, para comprar commodity había que dar 5 por ciento de garantía. Para comprar derivados no se daba garantía. Entonces se multiplicaba por cientos los riesgos y, bueno, pues esto es lo que estamos sufriendo.

 

Fue una especulación con el petróleo, la especulación con los alimentos, que afortunadamente se vino abajo, los commodity en general, porque no había que dar nada y se creó una serie de jugadores, apostadores, neófitos, muchachos que llegaban creyendo que todo iba a ser para arriba y para siempre, y apostaban y apostaban. Y bueno, esto es lo que estamos pagando.

 

Pero lo grave es que, aunque el epicentro es Estados Unidos, las grandes consecuencias o más consecuencias se están teniendo fuera. Por ejemplo, Japón; mientras Estados Unidos cayó 3.8 el producto interno bruto en Japón cayó 8. En Alemania 8, creo que en Japón por ahí o 9, el último trimestre.

 

Estamos en el momento, yo diría, ya pasó el 29, estamos viviendo el 30; hay que evitar el 31, 32 y 33. Hay que evitar que ese mercado financiero que no se ha logrado estabilizar y no se ve que se esté estabilizando, y que, por supuesto a través del crédito contamina la economía real, no colapse el mundo económico como lo hizo en aquella ocasión y como se ve que lo está haciendo, en muchos sentidos, en este momento.

 

Está desmedido el crecimiento del desempleo, se habla de dos dígitos, España ya está también en dos dígitos y altos. Japón, Alemania, todo el mundo decreciendo mucho. Nuestros países tienen la fuerza, nuestros países —hablo de Latinoamérica— tienen la fuerza de la mejor en los términos de intercambio en estos últimos años; nosotros el petróleo, otros países el sorgo, otros el trigo, etcétera, y tenemos los minerales.

 

Tenemos una fortaleza económica, éstos, nuestros países, que tenemos que cuidar y aplicar con mucho cuidado para evitar estos colapsos físicos.

 

No cabe duda que el producto interno bruto mexicano se va a desplomar, se va a caer, va a ser negativo, ya desde el último trimestre del año pasado, no sabemos cuánto dure, pero va a ser muy fuerte el efecto.

 

Ahí es donde yo digo: el producto interno bruto va a ser negativo, va a ser sustancialmente negativo por la caída del petróleo y de la exportación, entre otras cosas, y las consecuencias también internas.

 

Pero hay que cuidar el empleo. No hay que preocuparnos si es menos 2 o menos 1 o 0. Hay que cuidarnos cuál es la masa salarial, cuál es el empleo, y hay que establecer como el acuerdo nacional que encabezó el presidente de la república, buscar medidas que protejan el empleo y el ingreso familiar. Eso es lo fundamental que hay que hacer en este momento.

 

A mí me da gusto que en ese acuerdo se retomó lo que todos estos modelos y esas ideologías y esos dogmatismos y doctrinas que estuvimos viviendo tantos años, desde 83, pero sobre todo cuando el consenso de Washington empieza a aplicarse con más firmeza en nuestros países, nos ha mantenido con crecimientos cero.

 

Yo creo que la gran bondad que estamos teniendo, al igual que ocurrió en esa reunión con el bloque revolucionario del Congreso es que nos estamos volcando a la economía interna, ya nos estamos dando cuenta que no todo es pensar afuera.

 

Pensamos que la inversión extranjera es maravillosa, parece que fuera donativo. La inversión extranjera no es un donativo. La inversión extranjera viene porque estamos ofreciendo buenas utilidades. Las empresas modernas son los viejos ejércitos. Los ejércitos conquistaban territorios y cobraban tributos. Las empresas conquistan mercados y cobran dividendos, regalías, royalty, transferencias de equis y de ye y de zeta.

 

Hay que volcarse a la economía interna. Obviamente necesitamos inversión extranjera y adoptar tecnología y tal. Pero tenemos que volcarnos en la economía interna, cuidar mucho nuestra economía interna, impulsar las Pymes, la pequeña y mediana, bajar la mortalidad empresarial, impulsar que en México —y no lo digo por nosotros— existan empresas fuertes que compitan internacionalmente.

No hay países fuertes sin empresas fuertes. Si los países no tienen empresas fuertes están volviéndose neocolonias, de alguna forma, necesitan tener la fuerza; no internamente, sino hacia fuera, de poderse proyectar.

 

Por eso vemos países que han impulsado mucho las empresas fuertes, su transnacionalización, inclusive con impulsos fiscales como es España que les da deducible el 75 al 90 por ciento de la inversión. Brasil que apoya con el Banco de Desarrollo, etcétera.

 

Y como lo ha hecho Estados Unidos desde la doctrina Monroe, desde Poinsett a la Colonia, ayudando a la independencia para controlar las economías y los mercados nuestros, hasta la fecha.

 

Creo que es muy importante atender la economía interna. Qué bueno que nos volcamos de nuevo a la banca de desarrollo; la teníamos olvidada. La banca de desarrollo es fundamental para el crecimiento de nuestro país. Tenemos que volver también a hacer infraestructura, a mejorar nuestra capital humano; tenemos un gran presupuesto en él, ahí va la calidad; es baja calidad. Necesitamos modernizarlo, mejorar la calidad y pasar ya a la cultura digital, ya no a alfabetizar, sino alfabetizar digitalmente a la población.

 

Necesitamos ser competitivos en esta civilización del conocimiento, de la información, etcétera, y necesitamos competencia, estoy de acuerdo con la competencia. Es muy importante, es como si fuéramos un atleta que no compite con nadie, no va a progresar nunca. Necesitamos usar en la competencia referencias internacionales. Qué tiempo hizo éste, cómo salta el otro, cómo juega el beisbolista o el futbolista; qué técnico es el mejor.

 

Sin duda tenemos que estar abiertos a la competencia y a la globalización. No es una alternativa; es una necesidad. Es un paradigma esta nueva civilización, aunque en este momento se está retrayendo porque el colapso económico, la falta de empleo, la falta de consumo, la caída de la economía americana y de las economías desarrolladas, obviamente, a los países que exportan les van a bajar sus importaciones. Van a bajar los precios de los primarios, como ya bajaron, etcétera; entonces va a haber una caída importante del comercio internacional.

Pero, aparte del concepto el comercio internacional se va a caer el empleo, va a haber mucho desempleo, va a subir el desempleo como no teníamos noticia en nuestra vida personal —sólo historia de los 30—; van a quebrar las empresas, muchas chicas, medianas y grandes; van a cerrar los comercios, va a haber locales cerrados por todos lados, van a haber inmuebles vacíos. Es una situación que va a ser delicada. No quiero ser catastrofista, pero hay que prepararse para prever y no estar viendo las consecuencias después y estar llorando.

 

Yo creo que como hicimos el 31, hay que retomar nuestras decisiones, hay que ver qué modelo necesitamos tener, cómo debe operar, cómo vamos a salir de esta crisis. Tenemos que salir más fuertes de esta crisis. ¿Cómo? Creando capital humano y físico. Si tenemos un buen capital físico, el capital humano va a ser muy importante.

 

Se impulsa mucho el empleo a través de las Pymes, todos sabemos eso. Pero también hay que atender nuestro sector agropecuario que puede estar un poco descuidado y, por supuesto, la infraestructura. Y lo más rápido, más efectivo y que genera mayor empleo que la infraestructura y que la construcción misma de la infraestructura —que es fundamental— es el mantenimiento de la infraestructura. Para eso no hay que esperar el plan, el proyecto, la ingeniería, ni el derecho de vía, ni tal ni tal. Ése se hace de un día a otro.

 

Las escuelas, hay 30 mil escuelas en mal estado. Hay que arreglarlas, hay que modernizarlas, hay que llevar ventanas, baños, techos, pinturas, que están realmente en deplorables condiciones;, igual hacerlo en los hospitales, en los centros de salud, en las oficinas de gobierno, en las zonas arqueológicas, cuidando la biodiversidad, el ambiente, etcétera.

 

Creo que hay una capacidad brutal en México de dar empleo intensivo, con muy poco dinero, y por supuesto, hay que buscar la combinación del capital público y privado para impulsar aquellos proyectos que lo justifiquen de esa forma. Creo que tenemos que buscar salir, como decía, más fuertes de esto.

 

A mí me llama la atención que todavía sigan los dogmas, después de 26 años de fracaso, todavía encuentran nuevas fórmulas y nuevos culpables para justificar que no es, aunque los que han sido más importantes lo han reconocido, como Williamson; yo creo que además, en esta situación de estos últimos años, hemos hecho chica a la clase media, la hemos afectado mucho.

 

Buena parte de lo que señalaba el presidente de la Comisión de Competencia, de que es el 30 o 40 por ciento de los ingresos, porque no tienen ingreso, la gente no tiene ingreso. La tercera parte de los estudiantes de la UNAM viven con un ingreso familiar de cuatro salarios mínimos, que hoy son 400 dólares..., eso no es ingreso. Necesitamos mejorar el empleo y el ingreso de la gente.

 

Se discute muchas veces entre riqueza e ingreso. No que la riqueza sea privada, colectiva, pública; tiene que manejarse con eficacia para crear más riqueza, y su fruto, que es el ingreso; tiene que tener una mejor distribución del ingreso.

 

Y vemos cómo se puede, sin duda, una de las formas de mejorar la distribución del ingreso es con educación, es con empleo, y buen empleo. La educación no solamente tiene la ventaja de formar capital humano, sino que es mejor oferta. El que tiene buena educación tiene mayores alternativas de trabajo.

 

Todavía me faltan varias cosas, pero básicamente insistir en el empleo en México. Creo que ya se me está yendo el tiempo. Yo creo que hay que buscar, sin duda, los capitales nacionales fuertes y competitivos, que al tú a tú con las trasnacionales, crear más riqueza pública y que no se usen.

 

Cuando falla una iniciativa fiscal en el Congreso, que no se usen los monopolios del Estado para sustituir la recaudación fiscal. Que no se suba la energía como se ha estado haciendo para recaudar fiscalmente. Que no se use la gasolina para recaudación fiscal. Ese acuerdo debe estar aparte. Deben ser empresas que se manejen con autonomía y fuera del presupuesto, para evitar que cuando se autoriza un ingreso no se sube un punto en la red o tal o tal y se le suben los precios y se tiene esa recaudación.

 

Por último, les quiero decir aquí, como hay varias cosas que han tenido que ver. Lo que dicen los Estados Unidos dicen: vaya a América. Compra en América. El ministro Sebastián, de la industria española dice: “ya hay algo que nuestros senadores pueden hacer por su país, que es apostar por España, por nuestros productos, nuestra industria y nuestros servicios”. Apostar por nosotros mismos. Está empezando a haber un nacionalismo económico para el consumo de Estados Unidos. Ojalá y para nosotros no sea “sell-México”, “vendamos México”.

 

Le estoy dejando, por favor, al Legislativo, información sobre lo que es la competencia a la que se refería el presidente de la Comisión. Aquí señala que las razones principales más problemáticas, factores de México, es ineficiencia de la burocracia gubernamental, primero, 18 por ciento; corrupción; inadecuada infraestructura, regulaciones restrictivas, regulaciones de impuestos, acceso al financiamiento, tax raise, crime, crimen y robo, inadecuada educación de la fuerza de tarea.

 

Les dejo esto que es del foro. Nos tiene en lugar 60. No es tampoco la ley de Dios, pues porque en primer lugar está Estados Unidos, ya sabemos que no es el más competitivo del mundo, pues nos están llenando de productos por todos lados.

 

Les dejo, por favor, la información esta,  y les agradezco mucho su atención, el tiempo y la invitación.

viernes, 6 de febrero de 2009

Why 'Stimulus' Will Mean Inflation

Why 'Stimulus' Will Mean Inflation

In a global downturn the Fed will have to print money to meet our obligations.

As Congress blithely ushers its trillion dollar "stimulus" package toward law and the U.S. Treasury prepares to begin writing checks on this vast new appropriation, it might be wise to ask a simple question: Who's going to finance it?

That might seem like a no-brainer, which perhaps explains why no one has bothered to ask. Treasury securities are selling at high prices and finding buyers even though yields are low, hovering below 3% for 10-year notes. Congress is able to assure itself that it will finance the stimulus with cheap credit. But how long will credit be cheap? Will it still be when the Treasury is scrounging around in the international credit markets six months or a year from now? That seems highly unlikely.

Let's have a look at the credit market. Treasurys have been strong because the stock market collapse and the mortgage-backed securities fiasco sent the whole world running for safety. The best looking port in the storm, as usual, was U.S. Treasury paper. That is what gave the dollar and Treasury securities the lift they now enjoy.

But that surge was a one-time event and doesn't necessarily mean that a big new batch of Treasury securities will find an equally strong market. Most likely it won't as the global economy spirals downward.

For one thing, a very important cycle has been interrupted by the crash. For years, the U.S. has run large trade deficits with China and Japan and those two countries have invested their surpluses mostly in U.S. Treasury securities. Their holdings are enormous: As of Nov. 30 last year, China held $682 billion in Treasurys, a sharp rise from $459 billion a year earlier. Japan had reduced its holdings, to $577 billion from $590 billion a year earlier, but remains a huge creditor. The two account for almost 65% of total Treasury securities held by foreign owners, 19% of the total U.S. national debt, and over 30% of Treasurys held by the public.

In the lush years of the U.S. credit boom, it was rationalized that this circular arrangement was good for all concerned. Exports fueled China's rapid economic growth and created jobs for its huge work force, American workers could raise their living standards by buying cheap Chinese goods. China's dollar surplus gave the U.S. Treasury a captive pool of investment to finance congressional deficits. It was argued, persuasively, that China and Japan had no choice but to buy U.S. bonds if they wanted to keep their exports to the U.S. flowing. They also would hurt their own interests if they tried to unload Treasurys because that would send the value of their remaining holdings down.

But what if they stopped buying bonds not out of choice but because they were out of money? The virtuous circle so much praised would be broken. Something like that seems to be happening now. As the recession deepens, U.S. consumers are spending less, even on cheap Chinese goods and certainly on Japanese cars and electronic products. Japan, already a smaller market for U.S. debt last November, is now suffering what some have described as "free fall" in industrial production. Its two champions, Toyota and Sony, are faltering badly. China's growth also is slowing, and it is plagued by rising unemployment.

American officials seem not to have noticed this abrupt and dangerous change in global patterns of trade and finance. The new Treasury secretary, Timothy Geithner, at his Senate confirmation hearing harped on that old Treasury mantra about China "manipulating" its currency to gain trade advantage. Vice President Joe Biden followed up with a further lecture to the Chinese but said the U.S. will not move "unilaterally" to keep out Chinese exports. One would hope not "unilaterally" or any other way if the U.S. hopes to keep flogging its Treasurys to the Chinese.

The Congressional Budget Office is predicting the federal deficit will reach $1.2 trillion this fiscal year. That's more than double the $455 billion deficit posted for fiscal 2008, and some private estimates put the likely outcome even higher. That will drive up interest costs in the federal budget even if Treasury yields stay low. But if a drop in world market demand for Treasurys sends borrowing costs upward, there could be a ballooning of the interest cost line in the budget that will worsen an already frightening outlook. Credit for the rest of the economy will become more dear as well, worsening the recession. Treasury's Wednesday announcement that it will sell a record $67 billion in notes and bonds next week and $493 billion in this quarter weakened Treasury prices, revealing market sensitivity to heavy financing.

So what is the outlook? The stimulus package is rolling through Congress like an express train packed with goodies, so an enormous deficit seems to be a given. Entitlements will go up instead of being brought under better control, auguring big future deficits. Where will the Treasury find all those trillions in a depressed world economy?

There is only one answer. The Obama administration and Congress will call on Ben Bernanke at the Fed to demand that he create more dollars -- lots and lots of them. The Fed already is talking of buying longer-term Treasurys to support the market, so it will be more of the same -- much more.

And what will be the result? Well, the product of this sort of thing is called inflation. The Fed's outpouring of dollar liquidity after the September crash replaced the liquidity lost by the financial sector and has so far caused no significant uptick in consumer prices. But the worry lies in what will happen next.

Even when the economy and the securities markets are sluggish, the Fed's financing of big federal deficits can be inflationary. We learned that in the late 1970s, when the Fed's deficit financing sent the CPI up to an annual rate of almost 15%. That confounded the Keynesian theorists who believed then, as now, that federal spending "stimulus" would restore economic health.

Inflation is the product of the demand for money as well as of the supply. And if the Fed finances federal deficits in a moribund economy, it can create more money than the economy can use. The result is "stagflation," a term coined to describe the 1970s experience. As the global economy slows and Congress relies more on the Fed to finance a huge deficit, there is a very real danger of a return of stagflation. I wonder why no one in Congress or the Obama administration has thought of that as a potential consequence of their stimulus package.

Mr. Melloan is a former deputy editor of the Journal's editorial page.