lunes, 30 de junio de 2008

Lecciones

Héctor Aguilar Camín

Un pasante de ciencia política podría tomar la tragedia del antro New’s Divine como un caso de estudio sobre el control de daños mediáticos inherentes al ejercicio de la autoridad en un régimen democrático.
La tragedia de doce muertos por asfixia debido a las torpezas del operativo que intervino el New’s Divine dejó muy pronto de ser un problema de seguridad pública para volverse un problema de sobrevivencia política frente a los medios.
No ha sido un espectáculo edificante, pero la política no es edificante. Primera lección: la política es muchas cosas pero entre ellas es el arte de enfrentar la adversidad y sobrevivirla pagando el menor precio posible.
Sobrevivir en este negocio consiste en desviar la responsabilidad hacia otros y encontrar un culpable satisfactorio, capaz de aplacar la indignación de los medios. Segunda lección: los medios se vuelven en estos casos los verdaderos deudos que hay que calmar.
El papel de culpable en el New’s Divine fue asignado al jefe de los operativos, a quien se culpó primero de homicidio culposo (por omisión) y luego de homicidio doloso (por comisión).
Pero el culpable no fue del tamaño del agravio. La cuchilla de la culpabilidad escaló entonces un nivel hacia los jefes responsables: el secretario de Seguridad Pública y el procurador de la ciudad. Tercera lección: si el culpable designado no es convincente, la cuchilla sube de escalón.
El jefe de seguridad y el procurador han forcejeado arduamente en los medios culpándose uno a otro. El forcejeo ha sido parejo y no ha generado un nuevo culpable convincente, sino que los pone a los dos en la picota.
El jefe de ambos podría culparlos a los dos y salir del remolino. No lo ha hecho y corre el riesgo de que el remolino lo toque a él. Cuarta lección: un forcejeo parejo por culpar a otro puede arrastrar a todos y escalar el problema al escalón final, haciendo pasar el caso del ámbito de la adversidad accidental al de la derrota política.
Quinta lección: la adversidad accidental es un manjar irresistible para los adversarios. La autoridad en trance que recomienda no politizar el hecho, sólo muestra el flanco donde teme recibir el golpe. Lo recibirá puntualmente.
Mientras todo esto sucede en los medios, el verdadero problema, la tragedia misma, tiende a desaparecer como tal. Empieza a ser un argumento del pleito más que una realidad a corregir. Lección final: los medios pueden exhibir los problemas, es su tarea, pero no los arreglan.acamin@milenio.com

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